Estamos avanzado por la costera desde Acapulco y vamos con rumbo a Salina Cruz, pero en el trayecto nos hemos encontrado con lugares que no muchos conocen, lugares que no aparecen en las guias turisticas. Saliendo de los grandes hoteles de Acapulco, se nos hizo de noche asi que a unos cuantos kilometros de ahi, paramos en barra vieja, un pescador nos dio la oportunidad de pasar la noche en su casa a pie de carretera, un lugar que al parecer tiene varios restaurantes, pero solo dormimos y seguimos el camino.
En el camino se cuzaban cangrejos, vacas y uno que otro burro, la carretera serpentea y en cada tope encuentras un nuevo pueblito, asi llegamos a Marquelia, un pueblo que no tiene mucho que presumir, pero entrando a diez minutos del pueblo esta la playa, con sus palapas y pequeños restaurantes; nosotoros tuvimos la fortuna de conocer las cabañas el papalote, un lugar ecologico y muy agradable, desde el que disfrutamos la belleza del mar y nuestros amigos nos brindaron una agradable noche de peliculas en el mar.
Amanecio y el destino nos hizo llegar a el Zapotalito, desde donde embarcariamos para ir a Chacahua, pero nos dimos cuenta que las lanchas no eran baratas, y nos encontramos con una familia que nos adoptaria por unos dias, ellos nos recomendaron ir en el transporte colectivo, y asi lo hicimos, esta es la mejor manera de llegar a Chacahua, si tu presupuesto es limitado.
Cruzamos una parte en lancha, entre los manglares cambiamos a transporte terrestre, una camioneta que nos llevo a nuestro destino.
Al llegar no se como explicar lo que senti, pero es como llegar a una aldea en algun lugar lejano. Caminamos entre las cabañas de palos y palapas, llegamos a la playa y un ambiente tan relajado, con unas personas abiertas a recibirte, que nos sentimos como si ya los conocieramos de toda la vida.
Es un lugar con el que convives totalmente con la naturaleza, un lugar en el que te relajas y disfrutas de la vida. En el mar los surfistas disfrutan de las olas, del otro lado de la isla esta la laguna que se alimenta con el agua del mar. Recorrimos en la noche los manglares y la laguna para ver el placton que brilla en la noche; esto es algo que no me imaginaba, eran como destellos cada que tocabas el agua, eran como luciernagas submarinas, algo que solo estando ahi lo puedes disfrutar.
El tiempo paso y llego la hora de regresar al Zapotalito, con nuestra generala que nos esperaba para continuar el viaje, pero no continuariamos sin antes disfrutar del mole que nos esperaba con nuestra familia adoptiva, entre platicas y risas ahora si llego el momento de partir. Amigos los llevaremos en el corazon.
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